jueves, 4 de mayo de 2017

01. EL FIN DE LAS OFRENDAS Y SACRIFICIOS.


Las ofrendas de los sacrificios no tenían en sí mismas valor alguno a los ojos de Dios. Estaban destinadas a expresar, por parte del que las ofrecía, arrepentimiento del pecado y fe en Cristo, y a prometer obediencia futura a la ley de Dios.

 Pero sin arrepentimiento, ni fe ni un corazón obediente, las ofrendas no tenían valor. Cuando, violando directamente el mandamiento de Dios, Saúl se propuso presentar en sacrificio lo que Dios había dispuesto que fuese destruido, despreció abiertamente la autoridad divina. 

 El sacrificio hubiera sido un insulto para el Cielo.
 No obstante conocer el relato 
del pecado de Saúl y sus resultados, 
¿cuántos siguen una conducta parecida? 

 Mientras se niegan a creer y obedecer algún mandamiento del Señor, perseveran en ofrecer a Dios sus servicios religiosos formales. No responde el Espíritu de Dios a tal servicio. Por celosos que sean los hombres en su observancia de las ceremonias religiosas, el Señor no las puede aceptar si ellos persisten en violar deliberadamente uno de sus mandamientos (PP. 684-686, 688). 
CV 158 EGW  MHP

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