miércoles, 13 de junio de 2018

MCP1. EGW. SECCIÓN I. EL ESTUDIO DE LA MENTE 01. SU IMPORTANCIA.

 

La Obra Más Delicada. 
Tratar con las mentes humanas es la obra más delicada en la cual los 
hombres estuvieron alguna vez ocupados. - 3T 269 (1873).

 Conocer Las Leyes Que Rigen La Mente Y El Cuerpo. 
Es deber de toda persona, para su propio bien y el de la humanidad, conocer las leyes de la vida y obedecerlas con toda conciencia. Todos necesitan conocer el organismo más maravilloso: el cuerpo humano. Deberían comprender las funciones de los diversos órganos y como éstos dependen unos de otros para que todos actúen con salud. Deberían estudiar la influencia de la mente en el cuerpo, la del cuerpo en la mente, y las leyes que los rigen.
 MC 89, 90 (1905). 

 Adiestrar Y Disciplinar La Mente. 
No importa de quién se trate. . . el Señor os ha bendecido con facultades intelectuales capaces de vasto desarrollo. Cultivad vuestros talentos con fervor perseverante. Educad y disciplinad la mente por el estudio, la observación y la reflexión. No podéis encontraros con la mente de Dios a menos que pongáis en uso toda facultad. Las capacidades mentales se fortalecerán y desarrollarán si salís a trabajar con el temor de Dios, con 4 humildad, y con una ferviente oración. Un propósito resuelto realizará milagros. NB 302, 303 (1915). 

 El potencial de la mente disciplinada. 
Tiene que practicar la disciplina propia. . . Una mente común, bien disciplinada, efectuará una obra mayor y más elevada que la mente mejor adecuada y los mayores talentos sin el dominio propio. PVGM 269, 270 (ed. PP); 234 
(ed. ACES) (1900). 

 Tratar con las mentes es la mayor obra. 
El futuro de la sociedad está indicado por la juventud de hoy. En los jóvenes vemos a los futuros maestros, legisladores y jueces, los dirigentes y el pueblo que determinarán el carácter y el destino de la nación. Por lo tanto, cuán importante es la misión de los que han de formar los hábitos e influir en las vidas de la generación que surge. Tratar con las mentes es la mayor obra jamás confiada a los hombres. El tiempo de los padres es demasiado valioso para gastarlo en la complacencia del apetito o para ir en pos de la riqueza o de la moda. Dios ha colocado en sus manos a la preciosa juventud no sólo para que se la capacite para un lugar de utilidad en esta vida, sino para que sea preparada para las cortes celestiales. -Te 240 (1886). 

 La utilidad del maestro depende de su mente disciplinada. 
La utilidad del maestro no depende tanto de su caudal de conocimientos como del nivel que se propone alcanzar. 
 El verdadero maestro no se contenta con pensamientos indefinidos, una mente indolente o una memoria inactiva. Trata constantemente de progresar más y aplicar mejores métodos. Su vida es de continuo desarrollo. En la obra de semejante maestro hay una frescura y un poder vivificante que despierta e inspira a los alumnos. -Ed 278 (1903). 

 Se esforzará por alcanzar la más alta norma de excelencia mental y moral. 
Grande conocimiento es el conocerse 5 a sí mismo. El maestro que se estime debidamente permitirá que Dios amolde y discipline su mente. Y reconocerá la fuente de su poder. . . 
El conocimiento propio lleva a la humildad y a confiar en Dios; pero no reemplaza a los esfuerzos para el mejoramiento de uno mismo. El que comprende sus propias deficiencias no escatimará empeño para alcanzar la más alta norma de la excelencia física, mental y moral. Ninguno que esté satisfecho con una norma inferior debiera tener parte en la educación de los jóvenes. CM 65 (ed. PP); 55 (ed. ACES) (1896). 

 Prepara para la eternidad. 
En todo vuestro trabajo, haced como el labrador cuando trabaja para obtener los frutos de la tierra. Aparentemente desperdicia la simiente; pero, oculta en el suelo, ella germina. El poder del Dios vivo le da vida y vitalidad, y se ve "primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga" (Mar. 4: 28). Estudiad este proceso maravilloso. 
¡Oh, hay tanto que aprender, tanto que comprender! Si perfeccionamos nuestra mente hasta lo máximo de nuestra capacidad, continuaremos durante las edades eternas estudiando los caminos y las obras de Dios, y sabiendo más acerca de él. -CM 239 (ed. PP); 192 (ed. ACES) (1913). 

 La ciencia del cristianismo y la mente. 
Hay en el cristianismo una ciencia que debe dominarse, una ciencia tanto más profunda, amplia y elevada que cualquier ciencia humana, como los cielos son más elevados que la tierra. La mente tiene que ser disciplinada, educada, preparada; porque los hombres han de prestar servicio a Dios, en maneras diversas que no están en armonía con la inclinación innata. A menudo uno debe desechar la preparación y la educación de toda la vida, a fin de poder aprender en la escuela de Cristo. El corazón debe ser enseñado a permanecer firme en Dios. Ancianos y jóvenes han de formar hábitos de pensamiento que los habilitarán para resistir la tentación. Deben aprender a mirar hacia arriba. Los principios de la 6 Palabra de Dios -principios que son tan altos como los cielos y que abarcan toda la eternidad- han de ser comprendidos en su relación con la vida diaria. Todo acto, toda palabra, todo pensamiento, tiene que estar de acuerdo con estos principios. CM 20, 21 (ed. PP); 19, 20 (ed. ACES) (1913). 

 Progresar sólo por medio del conflicto. 
Ninguna ciencia equivale a la que desarrolla el carácter de Dios en la vida del estudiante. Los que llegan a ser discípulos de Cristo encuentran que se les proporcionan nuevos motivos de acción y que adquieren nuevos pensamientos, de los que deben resultar nuevas acciones. Pero los tales pueden progresar únicamente por medio de conflictos; porque hay un enemigo que contiende siempre contra ellos, presentándoles tentaciones que hacen que el alma dude y peque. Hay tendencias al mal, hereditarias y cultivadas, que deben ser vencidas. El apetito y la pasión han de ser puestos bajo el dominio del Espíritu Santo. No tiene término la lucha de este lado de la eternidad. Pero aunque hay que sostener batallas constantes, también hay preciosas victorias que ganar; y el triunfo sobre el yo y el pecado es de más valor de lo que la mente puede estimar. CM 21 (ed. PP); 20 (ed. ACES) (1913).

 Es deber de todo cristiano desarrollar la mente. 
Es deber de todo cristiano adquirir hábitos de orden, minuciosidad y prontitud. No hay excusa para hacer lenta y chapuceramente el trabajo, cualquiera sea su clase. Cuando uno está siempre en el trabajo, y el trabajo nunca está hecho, es porque no se ponen en él la mente y el corazón. La persona lenta y que trabaja con desventajas, debiera darse cuenta de que ésas son faltas que deben corregirse. Necesita ejercitar su mente haciendo planes referentes a cómo usar el tiempo para alcanzar los mejores resultados. 

Con tacto y método, algunos realizarán tanto trabajo en cinco horas como otros en diez. Algunos que se ocupan en las tareas domésticas están siempre trabajando, no porque tengan tanto que hacer, sino porque no hacen planes para ahorrar tiempo. 7 Por su manera de trabajar lenta y llena de dilaciones, se dan mucho trabajo por cosas muy pequeñas. Pero todos los que deseen pueden vencer esos hábitos de morosidad y excesiva meticulosidad. Tengan los tales un propósito definido en su obra. Decidan cuánto tiempo se requiere para hacer una tarea determinada, y entonces dedíquese todo esfuerzo a terminar el trabajo en ese tiempo. El ejercicio de la voluntad hará más diestras las manos. 
PVGM 279 (ed. PP); 242 (ed. ACES) (1903). 

 Adiestrar todos los poderes de la mente y del cuerpo. 
Dios ha dado un cerebro a cada ser humano. Desea que sea usado para su gloria. . . No tenemos demasiado poder mental ni demasiada facultad para razonar. Hemos de educar y desarrollar cada facultad mental y física, el mecanismo humano que ha comprado Cristo, a fin de que podamos usarlo de la mejor manera posible. Hemos de hacer todo lo que podamos para fortalecer esas facultades, pues Dios se agrada de que cada vez lleguemos a ser colaboradores más y más eficientes con él. -1MS 117 (1904). 

 La mente cultivada es la medida del hombre. 
No penséis nunca que ya habéis aprendido bastante, y que podéis cejar en vuestros esfuerzos. La mente cultivada es la medida del hombre. Vuestra educación debe proseguir durante toda la vida; cada día debéis aprender algo y poner en práctica el conocimiento adquirido. -MC 399 (1905). 

La similitud que existe entre un campo inculto y una mente sin preparación es asombrosa. 
 Los niños y los jóvenes ya tienen en sus mentes y corazones semillas corrompidas, listas para brotar y producir su cosecha de perversión; y se requiere el mayor cuidado y vigilancia en el cultivo y aprovisionamiento de la mente con las preciosas semillas de la verdad bíblica. . . RH, 9 de Nov. de 1886, NEV 204.

 Adquirir conocimiento y cultura mental. 
Del debido aprovechamiento de nuestro tiempo depende nuestro éxito en 8 la adquisición del conocimiento y cultura mental. El cultivo del intelecto no ha de ser impedido por la pobreza, el origen humilde o las condiciones desfavorables. . . 
Un propósito resuelto, un trabajo persistente y la cuidadosa economía del tiempo capacitarán a los hombres para adquirir los conocimientos y la disciplina mental que los calificarán para casi cualquier posición de influencia y utilidad. 
-PVGM 278, 279 (ed. PP); 241, 242 (ed. ACES) (1900). 

 Es necesario comprender la mente al tratar a los enfermos. 
Se necesita mucha sabiduría para tratar las enfermedades causadas por la mente. Un corazón dolorido y enfermo, un espíritu desalentado, necesitan un tratamiento benigno. . . La simpatía y el tacto serán muchas veces de mayor beneficio para el enfermo que el tratamiento más hábil administrado con frialdad e indiferencia. 
MC 187, 188 (1905). 

Comprender las mentes y la naturaleza humana ayuda en la obra de la salvación. 
Decidíos a ser tan útiles y eficientes como Dios os pide que seáis. Sed cabales y fieles en todo lo que emprendáis. Aprovechad todas las ventajas que haya a vuestro alcance para fortalecer el intelecto. Combinad el estudio de los libros con el trabajo manual útil, y mediante el esfuerzo fiel, la vigilancia y la oración, obtened la sabiduría de origen celestial. Esto os dará una educación equilibrada. Así podréis elevaros en carácter, y adquirir una influencia sobre otras mentes, que os capacitará para dirigirlas por el sendero de la justicia y la santidad. 
PVGM 269 (ed. PP); 233, 234 (ed. ACES) (1900). 

 Los mecánicos, los abogados, los negociantes, los hombres de todos los oficios 
y profesiones, se educan a fin de llegar a dominar su ramo. 

¿Deben los que siguen a Cristo ser menos inteligentes, y mientras profesan dedicarse a su servicio ignorar los medios y recursos que han de emplearse? La empresa de ganar la vida eterna es superior a toda consideración terrenal. A fin de conducir a las almas a Cristo, 9 debe conocerse la naturaleza humana y estudiarse la mente humana. Se requiere mucha reflexión cuidadosa y ferviente oración para saber cómo acercarse a los hombres y las mujeres a fin de presentarles el gran tema de la verdad. 1JT 454, 455 (1876). 

 Las facultades cultivadas aumentarán la demanda de nuestros servicios. 
Por falta de determinación de echar mano de sí mismos y reformarse, las personas pueden volverse estereotipadas en cierto curso equivocado de acción; o mediante el cultivo de sus facultades pueden adquirir capacidad para realizar el mejor servicio. Entonces sus servicios serán solicitados en todas partes. Serán apreciados en todo lo que valen. PVGM 279, 280 (ed. PP); 242 (ed. ACES) (1900). 

 Podemos alcanzar casi la excelencia de los ángeles. 
El Señor le ha dado al hombre capacidad para mejorar continuamente, y le ha concedido toda ayuda posible en el trabajo. Mediante las provisiones de la gracia divina, podemos alcanzar casi la excelencia de los ángeles. 
-RH, 20 de junio de 1882, NEV 220. EGW MCP1 MHP 

lunes, 4 de junio de 2018

11. ¿QUÉ ES UN SACRIFICIO VIVO SANTO, AGRADABLE A DIOS?

 

"ASÍ que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno". Rom. 12:1-3.

 1 ASÍ QUE, HERMANOS. 
Podría referirse de nuevo y especialmente a la declaración de la misericordia de Dios que todo lo abarca (cap. 11: 32-36), o en una forma más general a todo el tema precedente de la epístola, cuya culminación está en el cap. 11: 32-36. El creyente ha sido justificado por la fe en Cristo y restaurado para que ame y confíe como hijo adoptivo de Dios, por lo tanto debe vivir una vida de pureza y santidad de acuerdo con su 611 nueva situación. 

 Por eso Pablo aclara que la doctrina de la justificación por la fe y la salvación por la gracia no fomentan ni permiten la impiedad, ni tampoco un negligente menosprecio de los mandamientos de Dios. Por el contrario, el creyente que ha sido justificado y está siendo santificado llega a estar aun más dispuesto a obedecer, pues "la justicia de la ley" se está cumpliendo en él (cap. 8: 4). 
Con amor y gratitud procura aun más fervientemente conocer, entender y cumplir "la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (cap. 12:2). 

 OS RUEGO. Pablo procede ahora a considerar la aplicación práctica de la doctrina de la justificación por la fe que ha explicado tan cuidadosamente en los cap. 1-11. La justificación por la fe no sólo significa el perdón del pecado, sino también una vida nueva. Incluye santificación y justificación, transformación y reconciliación. El propósito de Dios es restaurar completamente a los pecadores para hacerlos idóneos para vivir en su presencia. 

MISERICORDIAS DE DIOS. Gr. oiktirmós, palabra que expresa la más tierna compasión (ver 2 Cor. 1: 3). Es un término más enfático que eleos, el vocablo que se traduce "misericordia" en Rom. 11: 31. Pablo presenta esta tierna compasión como el motivo para la obediencia. Dios ha demostrado una misericordia tan grande al dar a su Hijo para que muriera por los pecadores y al perdonar sus rebeliones, que debieran con gozo consagrarse a él.

 PRESENTÉIS. Gr. paríst'mi, "colocar al lado", por lo tanto, "presentar". Compárese con el uso de esta palabra en Luc. 2: 22; 
Efe. 5: 27; Col. 1: 28. 

 VUESTROS CUERPOS. Pablo primero exhorta a los cristianos a que consagren su cuerpo a Dios, y después los insta a presentarle sus facultades intelectuales y espirituales (vers. 2). 

La verdadera santificación es la consagración de todo el ser: "espíritu, alma y cuerpo" (1 Tes. 5: 23), el armonioso desarrollo de las facultades físicas, mentales y espirituales, hasta que la imagen de Dios -en la cual fue creado el hombre- sea perfectamente restaurada (Col. 3: 10). 

 *La condición de la mente y del alma depende en gran medida de la condición del cuerpo. Por lo tanto, es esencial que las facultades físicas sean conservadas en óptima salud y en el mejor vigor posible. 

Cualquier práctica dañina o complacencia egoísta que disminuya la fortaleza física dificulta el desarrollo mental y espiritual. El enemigo de las almas conoce bien este principio, y por lo tanto dirige sus tentaciones al debilitamiento y a la degradación de la naturaleza física. 

Los resultados de esa mala obra eran perfectamente evidentes para Pablo quien procuraba rescatar a los paganos de sus prácticas degradantes (ver Rom. 1: 24, 26-27; 6: 19; Col. 3: 5, 7) y se esforzaba por afirmar a los nuevos conversos en pureza de vida (ver 1 Cor. 5: 1, 9; 6: 18; 11: 21; 2 Cor. 12: 21). Por lo tanto, los exhorta a que presenten sus "miembros" a Dios como "instrumentos de justicia" 
(Rom. 6: 13; cf. 1 Cor. 6: 15, 19; 7: 34). 

 El cristiano debe someter las tendencias de su naturaleza física bajo el dominio de las facultades más elevadas de su ser, y éstas a su vez deben estar sometidas al control de Dios. 
"La Facultad regia de la razón, 
santificada por la gracia divina, 
debe regir la vida" (PR 359). 

Sólo entonces el creyente puede ser hecho idóneo 
para ofrecer a Dios un "culto racional" 
(ver com. "racional" y "culto").

 SACRIFICIO VIVO. 
Los sacrificios del sistema ceremonial del AT consistían de animales muertos. El sacrificio cristiano consiste de una persona viva. El adorador cristiano se presenta vivo, con todas sus energías y facultades consagradas al servicio de Dios. 

SANTO. A los judíos se les había prohibido expresamente que ofrecieran en sacrificio un animal que fuera cojo o ciego, o que tuviera una deformidad. 
(Lev. 1:3, 10; 3:1; 22:20; Deut. 15:21; 17:1; Mal. 1:8). 
Cada ofrenda era examinada cuidadosamente, y si se descubría en ella cualquier defecto, el animal era rechazado. Los cristianos también deben presentar su cuerpo en la mejor condición posible. 

Todas sus facultades y capacidades deben ser conservadas en pureza y santidad, pues de lo contrario la consagración del cristiano no puede ser aceptable delante de Dios. Esta no es una exigencia arbitraria. Dios desea la completa restauración de los creyentes. Esto incluye necesariamente la purificación y el fortalecimiento de las facultades físicas, mentales y espirituales. 

Por eso el cristiano que se somete por fe a la forma que Dios tiene de salvar al hombre, gozosamente obedecerá esta orden de considerar la salud de su cuerpo como un asunto de máxima importancia. Proceder de otra manera es estorbar la obra divina de la restauración. 

 AGRADABLE. Ver Fil. 4: 18; Col. 3: 20; Tito 2: 9. 612 El Dios que amó al mundo de tal manera que dio a su Hijo para salvar a los pecadores, "se agrada" cuando los hombres se apartan de los hábitos con los cuales se destruyen a sí mismos, y se entregan plenamente al Señor. De esa manera hacen que él pueda cumplir su bondadoso propósito de rescatarlos y llevarlos a la perfección con que originalmente fue creado el hombre. 

 CULTO. Gr. latréia. Este término implica un acto de servicio religioso o de adoración. Compárese con su uso en Heb. 9: 1 y Rom. 9: 4. Pablo está hablando de un culto que tiene que ver con la mente, la razón, el alma, como algo diferente de lo que es externo y material. La consagración que hace el cristiano de sí mismo a una vida de pureza y santidad es un acto de culto espiritual. Ya no ofrece más animales en sacrificio, sino se ofrece a sí mismo en un acto de servicio religioso que involucra su razón. 
Por eso Pedro describe a los creyentes como "un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo" 
(1 Ped. 2: 5; cf. CRA 82). 

 Este versículo atribuye un profundo significado a los principios de una vida saludable. El creyente cumple con un acto de culto espiritual al ofrecer a Dios un cuerpo santo y sano, junto con una mente consagrada y un corazón dedicado, porque al proceder así somete todo lo que hay en él a la voluntad de Dios y así abre el camino para la plena restauración en él de la imagen divina. 
Conservar las facultades físicas en la mejor condición posible es un acto de servicio religioso. Esto se debe a que el cristiano glorifica a Dios en su cuerpo 
(1 Cor. 6: 20; cf. 1 Cor. 10: 31), cuando sirve como ejemplo vivo de la gracia salvadora de Dios y participa con gran fuerza y energía en la obra de difundir el Evangelio. En esta forma fue como la corte de Babilonia contempló en Daniel y en sus compañeros "una ilustración de la bondad y beneficencia de Dios, así como del amor de Cristo" (PR 359). 
 Sus vidas puras y su notable desarrollo físico, mental y espiritual fueron una demostración de lo que Dios hará por aquellos que se entregan a él y procuran realizar los propósitos divinos. Ver com. Dan. 1: 12, 18.

 RACIONAL. Gr. logikós, "razonable", "espiritual', "lógico". Esta palabra aparece sólo una vez más en el NT en 1 Ped. 2: 2, donde se ha traducido como "espiritual" (ver comentario respectivo). 

 2. CONFORMÉIS.
Gr. susj'matízÇ, "conformarse uno al molde de otro".
 Este verbo también se usa en 1 Ped. 1: 14. 

 SIGLO. Gr. aiÇn, "edad" o "siglo" (ver com. Mat. 13: 39; 24: 3). 
La expresión "los hijos de este siglo" (Luc. 16: 8; 20: 34) podría traducirse "los hijos de este mundo", como se lee en la BJ. El cristiano no debe vivir de acuerdo con los usos de este siglo, como acostumbraba hacerlo cuando vivía según la carne (Rom. 8: 12); por el contrario, debe experimentar una completa transformación por medio de la renovación de su mente. 

 TRANSFORMAOS. 
Gr. metamorfóÇ, verbo del cual deriva la palabra "metamorfosis". En Mat. 17: 2; Mar. 9: 2 se usa para describir la transfiguración de Cristo; en 2 Cor. 3: 18 describe la transformación del creyente a la imagen de Cristo. 
Pablo está diciendo que el cristiano no debe copiar las costumbres externas y mudables de este mundo, sino ser plenamente transformado en su naturaleza íntima. 
(Vivir conforme al último grito de la moda, no es vivir conforme a este principio)

La santificación incluye una separación externa del creyente de todas las costumbres profanas del mundo y una transformación interior. 

En otros pasajes del NT este cambio se describe 
como un nuevo nacimiento Juan 3: 3), 
una resurrección (Rom. 6: 4, 11, 13),
 una nueva creación (2 Cor. 5: 17; Gál. 6: 15). 
Renovación de vuestro entendimiento.

 La facultad del razonamiento de la persona, su capacidad para discernir entre lo correcto y lo incorrecto, están bajo el dominio de impulsos carnales antes de la conversión. 
Se describe la mente como "mente carnal" (Col. 2: 18). 
Pero cuando ocurre la conversión, la mente queda sujeta a la influencia del Espíritu de Dios. El resultado es que "nosotros tenemos la mente de Cristo" (1 Cor. 2: 13-16). "Las palabras 'os daré corazón nuevo' significan 'os daré una mente nueva"' (EGW RH 18-12-1913). 

 La muerte de la vida antigua en la carne y el comienzo de la vida nueva en el Espíritu (Rom. 6: 3-13) se describen como "el lavamiento de la regeneración y. . . 
la renovación en el Espíritu Santo" (Tito 3: 5). Este cambio renovador, que comienza cuando el creyente se convierte y nace de nuevo, es una transformación progresiva y continua, pues "nuestro hombre... interior... se renueva de día en día" (2 Cor. 4: 16) "hasta el conocimiento pleno" (Col. 3: 10). 
Y a medida que el hombre interior se va transformando por el poder del Espíritu Santo, la vida exterior 613 también va cambiando progresivamente. 
La santificación de la mente se revelará en una manera más santa de vivir, a medida que el carácter de Cristo se reproduzca más y más perfectamente en el creyente (ver PVGM 69). 

COMPROBÉIS. Gr. dokimázÇ. Esta palabra implica probar y aprobar. Incluye el doble proceso de decidir qué es la voluntad de Dios y luego aprobarla y proceder de acuerdo con ella. (cf. Rom. 2: 18; Efe. 5: 10; Fil. 1: 10). 
Mediante la renovación de su mente, el creyente queda capacitado para saber lo que Dios quiere que haga. Tiene discernimiento espiritual para orientarse en medio de los múltiples posibles caminos que se presentan en este siglo malo. 
Como ya no tiene una mente carnal sino la mente de Cristo, está dispuesto a hacer la voluntad de Dios, y de esa manera puede reconocer y entender la verdad 
(Juan 7: 17). 
Sólo la mente que ha sido renovada por el Espíritu Santo puede interpretar correctamente la Palabra de Dios. 
Las Escrituras inspiradas sólo pueden ser entendidas mediante el discernimiento que da el mismo Espíritu por el cual fueron dadas originalmente 
(ver Juan 16: 13-14; 1 Cor. 2: 10 -11; OE 312). 

 CUÁL SEA LA BUENA. Es posible traducir la última parte del versículo de esta manera: "De forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (BJ). De acuerdo con la traducción de la RVR, se describen las características de la voluntad de Dios; según la traducción de la BJ, el contenido de su voluntad. La diferencia esencial de significado es mínima. 

 3. DIGO, PUES.
Pablo ahora procede a demostrar los resultados prácticos de una mente renovada e iluminada. Primero habla de la humildad y de la cordura que convienen a un creyente consagrado y del uso adecuado de los dones espirituales para la edificación unificada de la iglesia. 

 POR LA GRACIA. Pablo habla en virtud de la autoridad que le fue conferida como apóstol para declarar la voluntad de Dios 
(ver Rom. 1: 5; 15: 15-16; 1 Cor. 3: 10; 15: 10; Gál. 2: 9; Efe. 3: 2, 7-8).  
A CADA CUAL. "A todos y a cada uno" (BJ). Con estas enfáticas palabras Pablo expresamente incluye a cada miembro de la iglesia de Roma, no importa cuán encumbrado fuera su cargo o cuán grande su Influencia. Quizá Pablo temía que los cristianos de Roma pudieran caer en la misma condición de presunción espiritual en que habían caído los creyentes de Corinto, desde cuya ciudad estaba escribiendo esta epístola (cf. 1 Cor. 1-5; 2 Cor. 10: 13). 

 QUE NO TENGA MÁS ALTO CONCEPTO. 
En griego hay un juego de palabras que no se puede reproducir fácilmente en castellano. La traducción literal poco más o menos sería: "no juzgarse más allá de lo que uno debe juzgarse sino juzgar para juzgar con sabiduría". Esta es una decidida admonición contra la presunción propia. Necesitamos llegar a conocer bien los puntos débiles y también los puntos fuertes de nuestro carácter para que podamos estar constantemente en guardia, no sea que emprendamos actividades o aceptemos responsabilidades que Dios nunca nos ha asignado (ver OE 334). 

 CORDURA. Gr. sÇfronéÇ, "tener sano juicio", "estar en sus cabales", "pensar con sabiduría". La persona altiva y presuntuosa no está bien equilibrada. 
La humildad es el efecto inmediato de la entrega a Dios y la consiguiente renovación de la mente. El creyente consagrado reconoce su dependencia de la gracia de Dios por cada don espiritual del que pueda disfrutar, y esto no deja lugar para una indebida estima propia. El cristiano se estima con sensata discriminación y sano juicio. 

 LA MEDIDA DE FE. Esta es la verdadera norma por la cual el ser humano debe medirse a sí mismo. La persona cuya mente no ha sido renovada y que es carnal, se estima mediante las normas del mundo: por la riqueza, la posición o el conocimiento. Siempre se está esforzando por dar la impresión de que es más grande de lo que realmente es. Pero cuando interviene la fe y se renueva la mente, el creyente recibe la facultad para discernir las verdaderas limitaciones de sus capacidades. 

La fe le proporciona una nueva norma de medida para determinar con precisión la naturaleza y los alcances de sus capacidades, y por eso no se excede en lo que piensa de sí mismo. Comprende que mientras más grande sea su fe, mayor será su influencia espiritual y su poder. Pero esto no le enorgullecerá, pues mientras mayor sea su medida de fe más penetrante será la comprensión de su completa dependencia de Dios. CBA EGW MHP

viernes, 1 de junio de 2018

10. ¿EL FIN DE LA LEY, CRISTO?


“Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. Rom. 10:4. 

 EL FIN DE LA LEY ES CRISTO. 
La palabra griega télos, "fin", 
está aquí en una posición que realza su importancia. 
Esta afirmación ha sido interpretada de diversas maneras: 
que Cristo es la terminación de la ley; 
que Cristo es la meta o propósito de la ley (cf. Gál. 3: 24)
que Cristo es el cumplimiento de la ley (cf. Mat. 5:17); 
que Cristo es la terminación de la ley como medio de salvación 
(cf. Rom. 6: 14). 

La primera interpretación, llamada antinomismo o antinomianismo* es una perversión de las Escrituras (ver com. cap. 3: 31). 

Las otras tres interpretaciones son 592 verdaderas, pero la última parece concordar mejor con el contexto de este versículo, pues Pablo está contrastando la forma como Dios justifica por la fe, con los intentos humanos de justificarse por medio de la obediencia a la ley.

 El mensaje del Evangelio es que Cristo "es el fin de la ley" como medio de buscar la justicia, para todo aquel que ejerce fe. Quizá sea significativo que en el griego no hay artículo (ver com. cap. 2: 12), lo que indica que Pablo se refiere al principio de ley en general y no a una ley en particular. Además, la tendencia de todo el razonamiento muestra que el apóstol Pablo está hablando de ley en sentido general. 

Este versículo no implica que se podía lograr la justicia mediante la observancia de la ley en el tiempo del AT, y que con la venida de Cristo la fe sustituyó a la ley como un medio de alcanzar la justicia. 
Desde la caída de Adán, Dios había revelado sólo un camino por el cual los hombres pueden ser salvos: la fe en el Mesías venidero. 
(Gén. 3: 15; 4: 3-5; Heb. 11: 4; cf. Rom. 4). 

Tampoco debe entenderse este pasaje en el sentido de que Cristo es la terminación de la ley de Dios, y que, por lo tanto, los hombres no están más bajo la obligación de obedecerla.

 Cristo es la solución de la ley porque es la solución final del problema del pecado, hecho patente por la ley. El propósito de Dios al proclamar sus leyes a Israel fue mostrarle su pecaminosidad (Rom. 3: 20) y su necesidad de un Salvador.
 (Gál. 3: 24). 

Pero los judíos habían pervertido el propósito de Dios y usado sus leyes -la moral y la ceremonial- como medio para establecer su propia justicia mediante sus esfuerzos de obediencia legalista.

Cristo vino para poner fin a este abuso de la ley y para restablecer el sendero de la fe. Esta fe no abroga la ley sino que la establece (ver com. Rom. 3: 31) y hace posible que los hombres cumplan con sus requerimientos (ver com. cap. 8: 4). 
CBA MHP